Leyendo un cuento sobre puñales y hombres recordé del suicidio
del fotógrafo Jhon Carter, aquí haré un alarde literario. Aumentare y disminuiré
la realidad del hecho.
Carter viajo en 1933 al sur de Sudán acompañado de su grupo
de congéneres fotógrafos “ El bang ban”. Carter y uno de ellos Joao Silva
fueron a un Feed Center de la ONU donde personas afectadas por los estragos de
la guerra descansaban. Como todo solitario Carter se separó de su amigo para
tomar fotos, porque era un fotógrafo de catástrofes humanas, la anestesia a sus
problemas era fotografiar otros
problemas, los cuales al llegar a casa lo hacían llorar. Detrás del lente de la
cámara, cuya función como máscara es esconder el miedo.
A una legua de distancia
de una niña huesuda y con el brazalete de la organización, acuclillada con la
cabeza baja se posó un buitre, nadie sabe si hambriento. Carter, procedió con
desdén a capturar el en ese tiempo tranquilo paisaje.
Años después el fotógrafo recibió el premio Pulitzer por la
foto símbolo de la pobreza, el capitalismo y los miradores indiferentes, por la
que aparte ganó fama y casi fue la causa de su muerte.
Una estampida de conciencias heridas acarreo a Carter, ellas
decían:
<<el buitre es él, tomo la foto y no hizo nada para
evitar que se la comiera el otro>>
Después de recibir el premio, Carter escribió la nota, luego
camino hacia el lago donde, dice, había sido feliz en la infancia. Se sumergió y no sé a los cuentos minutos murió.
Sin importar la foto, él tenía problemas personales, no le gustaba
que los demás conocieran sus miedos y debilidades, Si lloraba ante los demás
era porque los demás lo veían llorar y ya no podía contener más las lágrimas. A
más de esto no tenía dinero, su trabajo
como fotógrafo solo le alcanzaba como para no vagabundear por las calles, vivía
de la pobreza de sus flashes.
Él ya había prefijado su muerte antes viajar. Incluso, solo
viajo para poder morirse según él, dignamente y sin controversia.
La foto fue el subterfugio para su suicidio. Para no
deshonrar su reputación, para que no supieran que era débil y que no podía con
la vida. Y creyeran que fue culpa de ellos, por tantos vituperios.
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